domingo, 28 de junio de 2015

A cualquier hora


Mis pensamientos -si no los escribo-,
son atraídos por la luz como las polillas,
chisporrotean por un rato y mueren.
Seguro que no son importantes.
¡Mueren demasiados todos los días! (alv)

A cualquier hora,
se siente la vida entre velados sentimientos,
con las manos atadas y el corazón frío.
En cualquier instante,
te meces en las estrellas;
y hay caricias de agua mansa en ardentía.
A cualquier hora, vives de prestado.
Nos vacían el alma de la entrega y se hace espera,
besas la nada, sin mar y sin riberas,
y te abrazas a la vida en lejanías.
¡A cualquier hora se nos pierde todo!
Mas, sí hay aroma de yodo
sientes su sabor a salobre, desnudas al silencio
para amar la víspera y disfrutas con sus vaivenes,
escribiendo a la luna poesías.
No importa las horas,
ni que el reloj biológico
estremezca,
o que se escuche el jadeo del agua por la orilla... Aún se respira...
Un pensamiento anfibio y lacustre, salta febril
en las tardes calurosas. Siempre espera,
lo mismo que las sombras abrazadas a las cumbres, con su pashmina de estrellas.
Deseas ver la lluvia de hojas otoñales,
sentir croar a las ranas;
subir a los juncos.
Y, a cualquier hora, insistes en soñar de nuevo.
Asaltan los recuerdos,
van recorriendo la piel con sus sudores veraniegos,
con soles incandescentes e iracundos,
enseñando su rojizo y rabioso horizonte.
Algunos, se van dando un portazo,
levantando bandadas de estorninos en vuelos.
Entonces, el tiempo se cuelga de un suspiro,
y pedimos misericordia a la vida y, al Amor, más, y más,
o, ¡que venga ella, sí, que venga y no tarde!
Total: todos la esperan...
¡A cualquier hora!

A. Elisa Lattke V.

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La palabra es el arrullo de Dios cuando causa una impresión inolvidable.
La mejor dádiva, es haber conseguido que nuestros semejantes se sientan felices, siempre que seamos sinceros con lo que opinamos.

A. Elisa. Lattke Valencia, sólo va pasando como un cometa cada cien años...