miércoles, 6 de febrero de 2013

...el amor señala el camino

Si yo escribiera al alma del mar,
se desbordaría en mareas, 
me darían azotes sus vientos
y sangraría mi espalda de su mísero espejo
por ser alma sumergida en su misterio.
Besar astrolabios de luces marinas
sintiendo que quiero... ¡y no como puedo!
¿De eso se trata, morir en silencio?

La vida nos prepara para un recorrido que debemos sacar adelante con nuestros propios recursos  físicos y espirituales, mientras ella sigue haciendo de las suyas a través de otros semejantes, pensando que las nuestra es menos. Todos en este mundo deseamos lo mejor y ser mejores eso es indudable; pero en esos otros que nos tientan, dañan, maltratan o nos ponen contra las cuerdas nos hacen mucho daño, pues de nuestra actitud depende nuestra fuerza o paciencia para no sucumbir ante el dolor que nos ofrecen o el miedo que nos provocan. Así que debemos buscar recursos en  defensa espirituales que les hagan pensar en ser diferentes. Ellos no lo saben a ciencia cierta porqué actúan así, desconocen  qué les lleva aunque estén seguros de sus objetivos y no vean mal sus acciones; sí las aprueban a pesar del daño que provocan es porque se sienten  diferentes, mejores o por encima de nosotros como seres humanos. Ellos mismos se creen inteligentes o muy listos y nos desprecias por no haber alcanzado su capacidad de hallar en sus éxitos solución a sus problemas, aunque se lleven a un montón de gente por delante.

 Están alejados de la moral verdadera, de las reglas justas de convivencia o creen que obrando así serán más fuertes para sobrevivir en un mundo competitivo y agresivo que no entendemos lo mismo. No podemos juzgarlos siempre como lo que son porque habría que estar en su piel, pero sabemos que si no estamos es porque ya hemos pasado por ello y por eso nos damos perfecta cuenta de lo que les pasa, sintiendo gran conmiseración por sus almas al comprenderles. Dios sí lo sabe  y los utiliza igualmente como antes lo hizo con nosotros y ahora estamos en el lado contrario de la situación que ya vivimos. La Ley  es la misma para todos y pasamos  por diferentes estamentos y dimensiones que pulen, criban y lavan nuestras almas dando al espíritu los medios para esa defensa que nos lleva por el camino iluminado; es la única forma de mejorar la especia humana donde se alberga la naturaleza de Dios que necesita experimentar la vida y por eso nos pide cambios, reformas, estados elevados para ver con sus ojos la Vida y no siempre la muerte espiritual ante la maldad. No emulando lo negativo de otras vidas, sino, dándonos una oportunidad de enseñar que no somos como ellos y que se puede ser de otra forma y tener la conciencia libre de errores, sin que por ello dejemos de ser felices o sonreír cada día por cómo somos y con lo que disponemos en bienes espirituales y materiales, sin romper los sueños ajenos o destrozar el equilibrio futuro de nuestros semejantes.

De cómo actuemos o pensemos y hagamos, será lo que nos marque y les marque y en ese círculo vicioso de errores, se crea un universo propio si no viene un 'hada azul' y nos lo advierte. Hay que dejar de reparar tantas veces el propio cascarón que hemos roto muchas veces para salir a la luz, pero no a la que nos deslumbra  del mundo envidiando o deseando que sea todo nuestro; pues hemos olvidado que ya tenemos cada uno de nosotros la que nos hace ver la vida como debe sentirse y no cómo la vemos aparentemente, pues la luz propia sigue esperando la mejor utilidad que la demos.

La vida es una respuesta a medida que observamos la realidad que nos abriga para bien o para mal, porque el abrigo de lo que nos da calor tiene doble tejido, el que nos calienta y el que sirve para evitar el roce sobre el tejido fuerte, su forro. Igual que lo que digo tenemos la piel de la superficie y la otra del alma tan sutil y delicada que nos llena de amor y de todo lo bueno, mientras se ja , rompe o rasga la piel de fuera o dentro que compone el cuerpo. En el alma es donde se generan los mejores afectos y las más caras ilusiones del ser humano que no lo pervierte para ambicionar sólo la materia y lo que ella sugiere en contra de su cometido. Es cuestión de equilibrio. Así que mientras sigamos así llenos de amor notaremos que esa mullida suavidad de los sentimientos, son un regalo de compañía, aunque lo otro no sea aún para este tiempo que vivimos porque está esperando nuestro mejor momento para abrigarnos, pero sin olvidar que nos hace fuertes, seguros y buenas personas para poder ayudar a otros semejantes.


A. Elisa Lattke V.


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La palabra es el arrullo de Dios cuando causa una impresión inolvidable.
La mejor dádiva, es haber conseguido que nuestros semejantes se sientan felices, siempre que seamos sinceros con lo que opinamos.

A. Elisa. Lattke Valencia, sólo va pasando como un cometa cada cien años...